7 de mayo de 2010

Déjame que te escriba.

Déjame que te escriba mientras escuchas un fado.
¿Sabes que hoy, aquí, baja la marea?
Las rocas de la Caleta desprenden un húmedo,
un profundo y penetrable olor a océano.

Déjame que te escriba mientras paseas en el tranvía
de la decadente ciudad atlántica.
No sé porque hoy no huelen a azahar,
los naranjos de mi barrio.

Déjame que te escriba aunque a veces
me pregunte y te pregunte como van las cosas.
Déjame que te envíe mis besos
y que envuelva de sueños el futuro.
Déjame que siga peleando,
porque creo en cada día y que merece la pena.

Déjame que te escriba,
porque ahora más que nunca,
estoy convencida de que es necesario.

Blanca Flores Cueto, para Ecos.

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