2 de enero de 2011

Año nuevo, vida nueva.



Afortunadamente van pasando estas fiestas y volverá la calma una vez que las cabalgatas de los reyes magos y los camiones de la basura terminen de recoger tantos paquetes vacíos tras sus pasos.

Estas navidades están siendo un poco extrañas. Este año no pusimos en casa ningún adorno navideño, quizá presagio de esa intuición que me guía. He podido reunirme con muchísimos compañeros y compañeras, con amigos y amigas y pasar unos momentos entrañables. También hemos pasado muchas horas en el hospital, mi padre va cumpliendo años y esos sustos son inevitables. He estado cerca de quiénes lo celebran y de quiénes lo sufren, de quiénes tienen quién les quiera y de quiénes a pesar de llamar a los que creen que son sus seres queridos, descubren que no era así.

Las nuevas redes sociales nos permiten estar en apariencia mucho más cerca de los demás, felicitar a cientos e irradiar emociones. Hoy domingo, con la mente un poco más calmada puedo reflexionar. Estos días me han permitido compartir con los que tienen y con los que no tienen, sin tirar la casa por la ventana. Me han permitido seguir madurando y poder darme cuenta de qué y quiénes merecen realmente la pena. A veces a costa de duros momentos y en otros tragando lágrimas para con sonrisas siempre seguir adelante. Unos tacones y un poco de carmín en los labios siempre hacen milagros.

En estos días duros he comprobado la fortaleza y el cariño que hay en los que afortunadamente me rodean. Sé que el mejor regalo para mi padre ha sido siempre nuestra superación, nuestro esfuerzo y con amabilidad mantener el buen humor. Mi abuela Pilar y mi padre han sido dos de las personas que más han influido en mi vida y por eso me siento orgullosa. He descubierto, que sus ejemplos también han sido recogidos por los que vienen tras de mí. Mi hermano Antoñito Flores, Antuan, y mis hijos van a la zaga, me han demostrado que en medio de adversidades todo es posible. 

Hoy brindo por eso, porque no siempre hay bonanza, porque con optimismo hay que salir de las vacas flacas económicas y emocionales, porque al final, merece siempre la pena. 

Otra recomendación, en Diario de Cádiz. Que se repita  porque yo también quiero verlo. Y es que todo es según se mire.

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