24 de febrero de 2011

Los virus de la democracia.



¿Qué está pasando con la política? ¿Por qué está tan denostada la dedicación política?

El profesor Vallespín, que por cierto; tuvimos la oportunidad de escuchar el pasado lunes en el Salón Regio de la Diputación, nos ofrece una ilustrativa visión analítica de la realidad, en cuanto a "tipos políticos", virus, y otras cuestiones muy interesantes, que me permito el lujo de reproducir:

"Vallespín identificó, a continuación, tres síndromes -relacionados con tres autores- que provocan el rechazo de lo político. El primero es el de la corporativización u oligarguización: al final uno tiene la sensación de que los partidos no se abren a la sociedad, sino que están gobernados por un núcleo dirigente que impone una dirección específica. Por muy democrático que sea, al final lo gobierna un grupo pequeño los partidos y que influyen en su desvalorización.

El segundo es el maquiavélico: los políticos están ahí para conservar el poder y quien está en la oposición juega para ello. La política es un juego por el poder y el fin –conservar o alcanzar el poder- justifica los medios. El tercer síndrome se asocia al Carl Schmitt: los políticos siempre tienen que jugar en contra algo, a crispación permanente, el amigo-enemigo. “Estos tres síndromes influyen en la desvaloración de la política”. Y si se entra en un margen de desconfianza.

Otro virus es la apatía por la política. “Los ciudadanos decidimos no serlo y nos convertimos en personas privadas. La política sólo nos interesa para promocionar nuestro propio interés, no porque nos sintamos parte de un colectivo, para reivindicar nuestros derechos, pero no para ejercer nuestros deberes. La individualización de las sociedades atenta contra la conciencia de comunidad”. En tal sentido, nos hemos convertido en ciudadanos reactivos, no participativos. Actuamos, nos movilizamos sólo cuando algo nos afecta, “cuando está en juego nuestro empleo, por ejemplo. Sólo nos preocupamos por lo público cuando nos afecta”.
La mediocracia fue la cuarta amenaza que identificó. “Los medios de comunicación son imprescindibles, pero a la vez peligrosísimo para el sistema democrático porque son los auténticos mediadores. No hay más realidad que la que sale en los medios por lo que los ciudadanos sólo pueden saber lo que pasa en el espacio político a través de ellos. Los medios toman conciencia de ese inmenso poder y presionan al político para obtener rendimientos. Y también lo contagian de su propio código, el elemento más perverso. Y los medios tienen que estar constantemente informando, los políticos son conscientes de eso y se gesta una especia de carrera permanente por alimentar ese monstruo de los medios de comunicación arrojando siempre algún titular. Los políticos entonces no pueden detenerse a pensar porque tienen que pensar en qué hacer al día siguiente para que salga en los medios”.

Por lo tanto, cabría concluir que "¿todos tenemos culpa de lo que pasa?". Artículo completo, aquí.

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