17 de abril de 2011

Como la ropa tendida al sol.



Soy una privilegiada que, a medida que aumento años, mejoro el aprecio a los privilegios que me quedan y a aquellos que descubro con el tiempo. Disfruto más que nunca cuando tengo un encuentro con un amigo, una comida, una copa y una conversación. Me despierto y corro las cortinas. Qué bien, llueve. Qué bien, hace sol. Qué bien: me he despertado y he descubierto las cortinas. Tengo cortinas, tengo cama en la que dormir a cubierto y de la que salir para dirigirme al balcón y descubrir el día. Estas cosas las pienso mientras mi mente también disfruta de otras. Qué leeré hoy, a quién veré hoy, con quién me cruzaré por la calle. Qué escribiré. Quién me leerá. En dónde lo hará. ¿Le gustaré? Una frase mía, ¿ayudará a alguien en algo?

Artículo completo de Maruja Torres, hoy para El País Semanal, pinchando aquí.

¿Por qué es tan difícil para muchos ser feliz con poco? ¿Una sonrisa cada mañana, la lluvia, el sol, la música que te ofrece la cadena de radio? Esos ratos en público o a escondidas, para disfrutar de un antojo, un café, la prensa diaria, un poco de deporte, incluso con la rutina... No es igual hacer algo con gusto que con disgusto. Y sin embargo, ¿por qué a tanta gente le cuesta tanto trabajo entrenarse en la búsqueda de la felicidad? Posiblemente la ambición, los celos, la envidia o el odio, les estén jugando una mala pasada. Pues que sea pasajera.

Maruja Torres nos ofrece excelentes reflexiones cada domingo, eso sí que es un privilegio. Buenas noches.

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