13 de junio de 2011

Discrepancia sin conflicto


En los grupos, la discusión ayuda al crecimiento. Sin embargo, mal gestionada puede derivar en conflictos entre las personas. ¿Cómo podemos discrepar sin enfrentarnos? Por Ferrán Ramón Cortés para El País Semanal, un artículo muy interesante.

En muchas organizaciones, en muchos grupos humanos y también en muchas relaciones, la discrepancia no solo no es bienvenida, sino que es temida. Se vive como un factor de potencial desestabilizador del grupo o de la relación, y se evita siempre que se puede. Sin embargo, la discrepancia en un grupo de trabajo o en una relación no solo no es peligrosa o dañina sino que es de gran ayuda y debería ser siempre deseable. Solo a través de la discrepancia las personas somos capaces de cuestionarnos las cosas, explorar nuevos caminos y buscar nuevas soluciones a viejos problemas. La discrepancia ayuda a los grupos a que crezcan intelectualmente y desarrollen su inteligencia colectiva, una inteligencia que poco tiene que ver con el coeficiente intelectual individual de los miembros del grupo, y mucho tiene que ver con los intercambios comunicativos entre sus miembros.

Ahora que tantas personas hablamos de política tras la llamada de los indignados, de los resultados de las elecciones municipales, del retroceso de una izquierda tan fragmentada en España... debatir tantas cuestiones se convierte en algo muy importante, y está bien debatir, aunque las cuestiones no se resuelvan porque ya es un primer signo de democracia; y es preferible a resolver una cuestión, sin que ésta se haya debatido previamente.

La pax romana no es la mejor alternativa, evitar el conflicto sin caer en el terreno emocional es algo muy difícil también; la mejor salida es superar la diferencia, buscar los puntos comunes y a partir de ahí, empezar a construir. Evidentemente, todos deben dejar algo en el camino, una renuncia, una pérdida, un olvido.





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