31 de mayo de 2012

Pequeñas decepciones, grandes contradicciones.




Beber lentamente, a sorbitos, siempre es mejor, haya o no reencuentros...

(Desconozco lo que pasó con Némesis
y me pregunto si es cierto y posible el olvido.
Cualquier acto de creación que se disfrute a conciencia
merece la pena, en el más polifacético sentido de la recreación).



A veces lo efímero puede transformarse en algo tan perdurable...
Y no sé si piensas los motivos
por los que no quieres que te escriba,
cuando tú elogias mi creación
y yo me recreo admirándote,
paso a paso,
poco a poco,
sorbo a sorbo,
lentamente, languideciéndome entre el tiempo,
como si de un buen vino se tratase.

Son buenas las reflexiones para revivir los momentos mágicos,
la lluvia, el canto de los pájaros...
No se puede ir pisando, ni atropellando
el frenazo es más brutal y se desperdicia el encanto,
no debemos subirnos demasiado alto en las nubes,
es más dura e inevitable la caída,
sobre todo, el desengaño.

Y aunque negar, negarse es suicidarse,
podemos abrazarnos a la calma.

Te quiero, no te quiero,
me quieres, no me quieres,
creo que el amor sólo se inventó
para los enamorados, para mí, no.
Tampoco es algo que me preocupe
pocas cosas me van a robar el sueño
aún menos los sueños...

Alguien me enseñó a esperar incluso a valorar los silencios,
alguien, algún día, en alguna parte,
en medio de esas historias nuestras,
las que no nos quitó nadie...
me enseñó y yo aprendí.

El sabor del Pedro Ximénez imprime una eternidad tan intangible
como contradictoriamente certera:
la calidad habita en otra dimensión y es ésa la que se vuelve inolvidable,
imparable, inevitable e inunda las venas.

Reina el levante, las hojas de las palmeras incesantes
se reflejan en los cristales de las ventanas del quinto piso
de esta avenida en la que habito.

Buena altura para tirarse mientras otros conversan
sobre sus tal vez, absurdos miedos.
Dicen que si no se le teme ni a la muerte, ni a la locura
es porque uno es feliz...

Llevar mi ritmo no es imposible, es un propósito, una actitud.
Excusas.

Este día plomizo me susurra y me recuerda que cuando vuelvas,
yo ya probablemente me habré ido,
mientras que vuelvo a temer fiarme de otro personaje,
mientras que vuelvo a querer bajar la baraja del escaparate.

Encantadoras sonrisas y miradas...

Mientras, dudo si enfriar otra botella de Celeste
en la nevera.

(Blanca Flores, hoy, por si vuelves... Inédito para sin nombre).

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