11 de agosto de 2012

Cultura para salir de la crisis


Hoy para el Grupo Joly, el Consejero de Cultura y Deporte, Luciano Alonso se pronuncia en el valor de la Cultura como inversión y como Empresa con garantía propia para salir de la crisis. Artículo completo, pinchando aquí.

Es necesario, por tanto, buscar nuevas fórmulas, nuevas ideas y soluciones para que el "sistema", formado por creadores, entidades, asociaciones y sectores afectados, sufra el menor impacto negativo, traducido en cierre de empresas y pérdida de puestos de trabajo. Para eso es necesaria otra forma de gestionar con más complicidad, colaboración y transparencia, y adecuada a la situación económica y social actual, buscando el equilibrio necesario entre el cumplimiento del compromiso adquirido y unas prioridades presupuestarias basadas en el principio de responsabilidad y austeridad.

Queremos afrontar este nuevo tiempo desde una perspectiva diferente. Apostamos por la rentabilidad social y económica de la Cultura, propiciando la participación del mayor número de entidades. Fomentar la asistencia y la creación de nuevos públicos. Favorecer el desarrollo de las industrias creativas y de las estructuras de producción públicas y privadas. Potenciar la formación técnica para mejorar la gestión. Utilizar los recursos técnicos y redes sociales para mejorar y aumentar la comunicación y el intercambio con los ciudadanos son objetivos que están en nuestra hoja de ruta. Por ejemplo, ya estamos trabajando junto con los sectores implicados en un nuevo modelo de la actividad escénica en Andalucía, como alternativa a los circuitos tradicionales.

El camino de salida de la crisis no pasa por machacar a impuestos a los sectores de la Cultura. Es un ataque a los derechos de los ciudadanos y, por supuesto, estamos en contra de unas medidas de "estabilidad presupuestaria" que suponen un enorme perjuicio social, como el que causará la subida del IVA. Sin duda, el mayor golpe que ha sufrido la Cultura en toda nuestra etapa democrática. Y esto, además, no sólo afecta a nuestra competitividad, sino que es un agravio comparativo para nuestros creadores y nuestras industrias culturales con otros países europeos de nuestro entorno.



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