20 de enero de 2013

La cultura del entendimiento y del intercambio.



No corren tiempos buenos para la literatura, pero corren tiempos necesarios. Y más si cabe en esta capital, sobre la que muchos de nosotros reflexionamos con frecuencia. 

Hace algunos días, escribí en las redes que Cádiz necesita a gritos un Fernando Quiñones del siglo XXI, ese observador, curioso y cargado de luces e influencia como para reivindicar el camino que merece Cádiz. Porque en muy pocos años hemos retrocedido extraordinariamente en la cultura, en el comercio y en el desarrollo de nuestra sociedad y de nuestra ciudad. Nuestra localidad ha perdido población y peso político en la provincia, y sus habitantes se mantienen en esa eterna latencia, que nos caracteriza, consiguiendo que sigamos soportando tan estoicamente el levante como el paso de un Bicentenario, sin pena ni gloria.

Aún así, de vez en cuando y como una bocanada de aire fresco, una luz traducida en tribuna viene a despertarnos del letargo, a refrescar nuestras conciencias y a llamarnos la atención porque no todo está perdido en este lugar cuajado de ingenio y de protesta aunque sólo sea a veces, en un puñado de letras de carnaval. Y es que en medio de tanta indolencia, un día tuvimos un Quiñones que nos enmendó la plana, una figura que no debemos de olvidar, que recordó, que creó, denunció y defendió con uñas y dientes nuestro patrimonio, el que heredamos de los fenicios y de los liberales del XVIII, con sus ideas, con sus tertulias... 

Y sí el otro día lo recordaba Julio Malo de Molina, artículo que reseñé en mi blog; hoy también, el historiador gaditano Jose Berasaluce en Diario de Cádiz, nos recuerda que no todo está perdido, y nos ofrece una amplia y documentada tribuna dominical.

Berasaluce observador incansable y surtidor de ideas; reflexiona sobre la tertulia gaditana, la de siempre, la que se cuece en la calle y emana en las barras de locales con sabor añejo y con ilusiones recuperadas. En esas tertulias fluyen ideas y se despiertan conciencias. Esa tertulia necesaria, que renace en un recuperado enclave local: la Cepa Gallega de la calle Plocia consigue metafóricamente con ese renacimiento, la llamada al compromiso, a la responsabilidad social, y a la puesta en práctica de la clase sino ya universitaria, si intelectual.

"Hoy disfruta de las mieles de una transformación urbanística impensable hace años. El paisaje humano cambia cuando se ordena el espacio público y estos días Plocia ve llegar a cruceristas, a congresistas internacionales y convive con periodistas del Diario de Cádiz, con profesionales de negocios portuarios, con vecinos del Barrio de Santa María y con gaditanos animados por la pujanza hostelera de una calle peatonal recuperada para el disfrute, aunque con la notable ausencia de la comunidad universitaria y de la cultura.

Lo que ocurre de forma espontánea y con naturalidad en este establecimiento de la calle Plocia es la herencia de toda una cultura del entendimiento, del intercambio. Un espacio de sociabilidad y de encuentro que ha enlazado con tres elementos consustanciales de la historia social y económica de la ciudad: la recuperación del espacio de influencia portuario, el valor simbólico del vino y la taberna, y la reaparición de la tertulia gaditana, una de las de mayor tradición de España". Artículo completo en Diario de Cádiz, pinchando aquí.

Quiñones con Alcances pretendió recuperar la cultura gaditana, y hoy la recuperación de la tertulia en lugares significados, puede que sea el punto de encuentro para revivir ese compromiso sociocultural, empresarial, histórico, enológico y gastronómico que pueda tensar el pulso perdido en los temas de nuestra ciudad y en los temas gaditanos. Tenemos a nuestro alcance una oportunidad que no debe pasar, como tantas otras, desapercibida.

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