6 de marzo de 2015

Carta de José Pettenghi Estrada

Corría noviembre de 1998. En ese mismo mes nos dejaba el que antes de ayer, hubiera cumplido 85 años, Fernando Quiñones. Inmediatamente organizamos un homenaje en Villamartín, pueblo serrano en el que yo llevaba varios años destinada y en el que nuestro autor gozaba de simpatías y seguidores. 

Tinoco, guardia municipal de la Villa, invitó al acto a José Pettenghi Estrada. Era la primera vez que coincidiríamos, pero a partir de ese momento además de no volver a escribir mal su apellido, entablamos una cordial y periódica correspondencia porque nos unían dos cosas en común: Cádiz y la Cultura. Un par de días antes de su fallecimiento, su hijo, entonces mi compañero y hoy ya mi querido amigo Pepe, descubrió esta sorprendente y fantástica relación. Circunstancias que nos propició un genial acercamiento: su padre nunca había olvidado a Blanca Flores ni aquel encuentro en Villamartín, ilusión hasta sus últimos días.

Por entonces, yo ya había leído la tesina sobre Alcaraván, tenía tres bebés en el mundo y preparaba mi tesis en torno a Julio Mariscal, todo ello lo simultaneaba con la redacción de artículos y la impartición de charlas y conferencias, además de mi trabajo como profesora en el Instituto La Loma del pueblo. Pero creo, que fue Pepe Pettenghi padre, quién cuando apenas yo contaba treinta años, se aventuró a relatar en una columna de Diario de Cádiz aquel encuentro tan entrañable en un día lluvioso de diciembre, en el que acompañado por su hija y en taxi apareció combatiendo al mal tiempo para rendirle homenaje a nuestro admirado Fernando en el corazón de la Sierra gaditana. 

Hoy y a propósito de la Quinta Ruta Quiñones que vamos a celebrar, quiero agradecer ese gesto y compartir con vosotros aquel artículo que entonces y aún hoy me sigue llenando de satisfacción, porque creo que José Pettenghi padre, además de descubrir a esa niña de la Caleta, también disfrutó de los mismos sentimientos literarios, culturales y gaditanos que con Quiñones nos identificaron a nosotros entonces, y hoy a todos los que se llaman Amigos de Quiñones, que ya los comparten también. 

Os esperamos en la fiesta de la Cultura Gaditana, la ruta de Quiñones por Cádiz.  


" Queridos amigos, novísimos amigos del grupo poético Zabayo: "No me será fácil olvidar el encuentro del jueves pasado en memoria de Fernando Quiñones, celebrado en ese Muy Noble y Muy Leal Villamartín. 

Por unos instantes, me sentí alumno de Blanca Flores cuando nos brindó aquella biografía vivísima del Quiñones que ella, siendo niña- ¿es que ha dejado de serlo?- , conoció en La Caleta gaditana, donde descubrió la belleza de las puestas de sol, que sorprendieron a fenicios y romanos. 

Queridos amigos, me dais envidia, sana envidia, porque en vuestra apuesta por la poesía estáis aún en la transición del "Parnaso" al "Platero", con la ventaja añadida a vuestro favor, de que ya don Fernando como con respeto lo invocáis, os dio su mano y aliento. 

Soy veterano, pero no tan engreído como para dar consejos de viejo. Esta carta respira cautelas: sed siempre leales a la Poesía hasta el riesgo de cárcel.... literaria. 

Manes de San Juan de la Cruz y Quevedo, cada uno en su empeño. Luchad con el ingenio y la pluma por la Libertad y el orden... estético. Que más vale pluma que espadón. Recordad, cómo Quiñones, con un poema demolió un horrible pantalán de hierro y cemento que dividía en dos a su Caleta. Ni gritó ni insultó, sólo escribió. Adelante, pues. Siempre adelante, con la verdad de la poesía. Si acaso, poned a vuestro frente, como portaestandarte al intrépido caballero Tinoco.

Gracias amigos, amigos ya para siempre. Ahí va para todos, con mis venturas navideñas, un coridal saludo de este que se precia de ser miembro de la Orden del Pinsapo".

José Pettenghi. Diario de Cádiz, 16 de diciembre de 1998

Post Scriptum: Seguimos sus consejos y su vaticinio se ve cumplido. Seguimos leales a la Literatura. Nos vemos el 14 de marzo en la puerta de La Caleta. 

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